<<Alrededor de un centenar de personas ha
increpado este martes a
miembros de la Policía Nacional en el barrio de Lavapiés cuando los efectivos
policiales trataban de realizar una identificación rutinaria de un
inmigrante, según han
informado fuentes de la Policía.>>
Se trata de uno de
los titulares del día. Parece que empezamos a ser noticia y es positivo, muy
positivo que la población sepa y conozca bien este tipo de actos policiales.
Eso sí, sin intención de ser, no más crítico que lo que en esta cuestión
merece. Ni la palabra increpar es la más adecuada, ni afirmar que la
realización de identificaciones por causas raciales son rutinarias, es lo más
pertinente para un medio de comunicación ya que normalizan y amparan
de alguna manera este tipo de actos ilegales y en contra de los derechos
humanos.
A veces resulta
complicado obtener información completa y certera acerca de los sucesos ocurridos.
Sin adornos ni exageraciones, sin manipulaciones ni omisiones intentaré dar mi
versión lo más detallada sobre lo ocurrido ayer día 5 de Julio en el Barrio de
Lavapiés.
El martes de 5
julio, ante la presencia de un control de identificación racista, el
barrio de Lavapiés unió sus fuerzas y mostró su disconformidad de manera
colectiva. En el metro varios interventores y vigilantes de seguridad retenían
a una persona de procedencia africana hasta la llegada de la policía nacional,
que comenzaba un control de identificación y procedían a llevarse detenido a
esta persona. En paralelo se sucedía la misma imagen, que tanto estamos
acostumbrad@s a ver en nuestras
calles: esta vez una patrulla de municipales, entre las calles de Salitre y Argumosa, identificaba y se llevaba retenida a otra persona, también de
apariencia africana…. ante este escenario, un grupo de personas, que poco a poco
fue creciendo de manera espontánea, unieron sus voces y al grito de “ninguna
persona es ilegal”; “vergüenza”; “el pueblo unido jamás será vencido”; “lavapiés
libre de redadas” o “fuera, fuera”, de manera pacífica y a pasos tranquilos
evitaron que una redada ilegal continuara en el barrio.
Entre amenazas, algunas
agresiones (que provocaron lesiones leves a dos compañeros) y despliegue de antidisturbios, la
policía nacional pretendía infundir miedo y callar la voz del pueblo. Pero esta
amenaza de violencia dió fuerza y ánimo a las personas para seguir la marcha
pacífica por el camino de la igualdad y el respeto. Se vivieron momentos muy
emocionantes, el cariño, los abrazos y los aplausos inundaron la calle Valencia
ante la retirada de la policía.
No olvidemos dar
nuestro más sincero y enorme apoyo a todas las personas víctimas de este tipo
de prácticas ilegales que atentan contra los derechos humanos. Ayer pidieron la
documentación a una compañera y la amenazaron con denunciarla por obstrucción a
la autoridad. Si obstrucción significa dignidad y respeto por los derechos
humanos, seguiremos uniendo nuestras manos para que en nuestros pueblos, los controles de identificación de
extranjería queden totalmente “obstruidos”.