8 de julio de 2011

Crónica de un día de dignidad (Lavapiés, 5 de julio de 2011)


<<Alrededor de un centenar de personas ha increpado este martes a miembros de la Policía Nacional en el barrio de Lavapiés cuando los efectivos policiales trataban de realizar una identificación rutinaria de un inmigrante, según han informado fuentes de la Policía.>>

Se trata de uno de los titulares del día. Parece que empezamos a ser noticia y es positivo, muy positivo que la población sepa y conozca bien este tipo de actos policiales. Eso sí, sin intención de ser, no más crítico que lo que en esta cuestión merece. Ni la palabra increpar es la más adecuada, ni afirmar que la realización de identificaciones por causas raciales son rutinarias, es lo más pertinente para un medio de comunicación ya que normalizan y amparan de alguna manera este tipo de actos ilegales y en contra de los derechos humanos.

A veces resulta complicado obtener información completa y certera acerca de los sucesos ocurridos. Sin adornos ni exageraciones, sin manipulaciones ni omisiones intentaré dar mi versión lo más detallada sobre lo ocurrido ayer día 5 de Julio en el Barrio de Lavapiés.

El martes de 5 julio, ante la presencia de un control de identificación racista, el barrio de Lavapiés unió sus fuerzas y mostró su disconformidad de manera colectiva. En el metro varios interventores y vigilantes de seguridad retenían a una persona de procedencia africana hasta la llegada de la policía nacional, que comenzaba un control de identificación y procedían a llevarse detenido a esta persona. En paralelo se sucedía la misma imagen, que tanto estamos acostumbrad@s a ver en nuestras calles: esta vez una patrulla de municipales, entre las calles de Salitre y Argumosa, identificaba y se llevaba retenida a otra persona, también de apariencia africana…. ante este escenario, un grupo de personas, que poco a poco fue creciendo de manera espontánea, unieron sus voces y al grito de “ninguna persona es ilegal”; “vergüenza”; “el pueblo unido jamás será vencido”; “lavapiés libre de redadas” o “fuera, fuera”, de manera pacífica y a pasos tranquilos evitaron que una redada ilegal continuara en el barrio. 
Entre amenazas, algunas agresiones (que provocaron lesiones leves a dos compañeros)  y despliegue de antidisturbios, la policía nacional pretendía infundir miedo y callar la voz del pueblo. Pero esta amenaza de violencia dió fuerza y ánimo a las personas para seguir la marcha pacífica por el camino de la igualdad y el respeto. Se vivieron momentos muy emocionantes, el cariño, los abrazos y los aplausos inundaron la calle Valencia ante la retirada de la policía.

No olvidemos dar nuestro más sincero y enorme apoyo a todas las personas víctimas de este tipo de prácticas ilegales que atentan contra los derechos humanos. Ayer pidieron la documentación a una compañera y la amenazaron con denunciarla por obstrucción a la autoridad. Si obstrucción significa dignidad y respeto por los derechos humanos, seguiremos uniendo nuestras manos para que en nuestros pueblos, los controles de identificación de extranjería queden totalmente “obstruidos”.