29 de octubre de 2011

La policía reprime a lxs integrantes de la Asamblea de Carabanchel por cuestionar un control racista


Testimonio de una integrante de la Asamblea de Carabanchel:
"El pasado lunes 19/09, nos encontrábamos en la plaza de Oporto reunidas dos comisiones. En torno a las 22:30 una niña de apenas dos años alerta tímidamente de que hay policías. En una de las esquinas cercanas, con un coche patrulla aparcado en la acera, dos agentes de policía tienen retenida a una mujer de rasgos latinoamericanos, están revisando su documentación. Nos levantamos y animamos al resto de compañeros que se encontraban en la otra comisión a unirse. Entre 13 y 15 personas nos acercamos al coche. Tras unos instantes en que simplemente observamos y anotamos la matrícula (así como vemos que los agentes no llevan visible la identificación), comenzamos a corear “Ningún ser humano es ilegal”. Los agentes, visiblemente molestos ordenan que no se les grabe con móviles (algo que nadie estaba haciendo). Tras unos instantes, suben al vehículo y se marchan (uno de los compañeros escuchó que decían que “ahora volvían”). La mujer que estaba retenida se va por su propia cuenta agradecida por la acción (al parecer no le han entregado ninguna notificación ni citación).
Volvemos a la plaza donde comentamos lo ocurrido con el resto de compañeros que allí estaban. En pocos minutos, la comisión más grande se dispersa y quedamos 5 personas. Aparecen en los aledaños dos coches de policía que se paran a la misma altura y hablan a través de la ventanilla. Nos percatamos de ello, creyendo que van a realizar una nueva redada aprovechando que ya somos pocos. Tres o cuatro coches más se les suman en la avenida de Oporto, en las inmediaciones de la boca de metro. Nos quedamos desconcertados sin saber si la redada va a ser contra personas migrantes o el objeto seremos nosotros. Se baraja la opción de marcharnos pero no parece conveniente que, en caso de que vengan a buscarnos, nos cojan a cada unx solx y aisladx. Aún con la idea de que aquello va a ser una redada racista con gran dotación para mostrar su fuerza, aparcan los coches en la acera más próxima a nosotros. En pocos segundos nos vemos rodeados de agentes de policía (entorno a ocho, habiendo varios algo más alejados) que, con un superior al mando, nos piden el DNI. Se los damos al tiempo que preguntamos por el motivo de identificarnos: el mando nos explica que se está impidiendo la labor policial en la zona. Dos de los agentes llevan la identificación tapada, sobre lo que bromean. Durante el tiempo que tardan en tomar y comprobar nuestros datos se producen diálogos paralelos: nosotrxs defendemos la ilegalidad de sus acciones y ellos, con argumentos no exentos de moralismos, citan leyes que supuestamente les amparan. La conversación se prolonga más allá de la mera identificación, pero no sube de tono salvo algún comentario aislado, donde se expresa indignación (sin incurrir en ningún momento en insultos ni amenazas por nuestra parte). Uno de los compañeros pregunta por las consecuencias de la redada que estamos sufriendo, a lo que es informado que seremos sancionados por coacción y acusados de empujar a los agentes. La realidad es que no hubo ningún contacto físico en toda la noche que sustente la acusación.
Los agentes se montan en sus coches y se marchan. Nos quedamos perplejos. Seguidamente, nos percatamos de que hay dos policías de secreta realizando una redada en la salida de la estación. Nos acercamos, y nos situamos en la misma boca de metro. Llegan al poco más patrullas (reconocemos entre ellos al mando superior que nos identificó momentos antes) y otro coche de policía secreta. Observamos impotentes cómo sucede (advertimos malas maneras en el trato que se prodiga)  y repartimos panfletos de derechos en caso de detención a las personas retenidas. Cuando una compañera se acerca al chico más joven y le pregunta si ha podido avisar a alguien, uno de los agentes ordena que ésta se marche. Mientras tanto, otro compañero se ha introducido en el metro para avisar a los viajeros que suben de que se está produciendo una redada.
El dispositivo policial se pliega y se llevan a tres personas en un jeep, todas con perfil étnico. Al rato, llegan dos familiares de aquellxs con las identificaciones que se les pedían y les facilitamos las señas de la ODS del distrito por si fuera de ayuda. Se marchan al CIE de Aluche a entregar la documentación para que liberen a sus seres queridos."
Asamblea Popular de Carabanchel